Antes escuchaba los gritos sólo por la noche, ahora están constantemente sonando, no creo estar imaginándolos. Están todos ahí afuera, donde hace mucho calor y la piel poco a poco se derrite. Me gustaría saber si es diferente que acá adentro. Yo te digo lo que sé, no sé nada. A veces los escucho muy cerca y pienso que estoy en peligro, después me doy cuenta y recuerdo, lo impenetrable que es esto, nunca va a poder llegar a lastimarme.
Entonces se disparan entre ellos, se roban, se apuñalan por la espalda, quieren lo que tiene el otro, se arrancan los ojos y ruegan piedad cuando ven que respiran sus últimos aires. No creo que me hayan descubierto, también estoy escondido. Resulta que todos quieren lo que otros tienen, no importa si lo tuyo es mejor, quieren todo. Podrían sobrevivir hasta el final de sus días con lo que ya flota en sus manos, pero deciden acabar la vida de una persona con tal de tener más poder.
Yo acá huelo siempre lo mismo, como siempre lo mismo, leo siempre lo mismo, pero no tengo con quién hablar, y sinceramente, ya no quiero escucharlos a ellos. Por suerte te tengo a vos, pero es diferente, no sé si me entenderás. Me gustaría poder escucharte a vos, no más gritos de sufrimiento ni últimas palabras.
Si supieran de mi, querrían lo que tengo, no importa si no les sirve para nada, simplemente me lo querrían arrebatar. Aparentemente yo debería estar ahí arriba, con ellos, luchando por mi lugar en el mundo también, pero estoy acá. Estoy acá porque supe que todo esto iba a pasar y nadie me creyó, ahora entre ellos se extinguen. Dejen de molestarme, mátense entre ustedes tranquilos. Déjenme en paz. Arruinan mi rutina tóxica. En otras palabras, sé real.
